He encontrado en uno de mis libros un texto que explica de una manera sencilla pero muy precisa, cómo ocurren los aprendizajes en los primeros años de vida y lo importante que son, específicamente, los primeros tres.
Cada vez que pienso en que si hubiera tenido este conocimiento antes, hubiera hecho las cosas diferentes desde el primer momento de mi maternidad. Así que, si eres madre, padre, abuelx o tutor de un pequeñín, esta información es oro puro.
¿Cómo empieza
el desarrollo del cerebro?
Muchos hemos pensado alguna vez, que el cerebro de los niños nace como una caja vacía y que los adultos somos lo que tenemos que llenarlo con un montón de información. Pero la ciencia ha demostrado que no es así. Estudios realizados con las mejores tecnologías han podido descubrir cómo es la estructura del cerebro desde la gestación, cómo utiliza su energía y el flujo sanguíneo, y cuál es el papel que juegan los neurotransmisores para ser capaces de pensar, percibir y aprender. Esto ha sido un descubrimiento extraordinario para guiar el acompañamiento al niño en su primera infancia.
El cerebro empieza siendo un pequeño grupo de células en el feto y a partir de la cuarta semana de embarazo, ésas células empiezan a clasificarse según la función que un día desarrollarán y migran a la parte del cerebro que están destinadas a ocupar. La naturaleza proporciona al cerebro muchas más células de las que necesitará así que las que no se utilizan desaparecerán y las que sí, permanecerán creando una serie de conexiones neuronales llamadas “sinapsis”.
Luego del nacimiento, el cerebro permanece “en construcción” durante los primeros 3 años de vida y lo que el niño experimenta día a día, sus experiencias sobre sí mismo y sobre el mundo que lo rodea, va creando una serie de conexiones cerebrales. La estimulación del mundo que lo rodea, experimentada a través de los sentidos (oler, oír, saborear, ver, tocar), permitirá al cerebro crear o modificar esas conexiones y transformarlas en aprendizajes para toda la vida.
Otro nuevo descubrimiento de la ciencia es que el cerebro adulto es asombrosamente flexible y que al contrario de lo que se pensaba antes, sí que podemos crear nuevas conexiones neuronales en la madurez. Sin embargo el cerebro del niño posee unas “ventanas de oportunidades” en momentos determinados de su infancia en las que tienen lugar aprendizajes importantes (como el desarrollo del lenguaje), que necesitan ser aprovechadas en su justo momento para que puedan desarrollarse con normalidad.
Muchas veces cuando observamos a un niño de 2 ó 3 años con algún retraso en el lenguaje o en sus movimientos, pensamos que seguramente tiene algún problema mayor. Sin embargo lo que suele ocurrir es que estos niños no han tenido suficientes estímulos a su alrededor que hayan permitido desarrollar sus habilidades en el período sensible a dichos aprendizajes.
Conocer las necesidades del niño en cada etapa de su desarrollo nos permitirá a los adultos, prepararnos para poder responder a estas “ventanas de oportunidades” que se dan naturalmente durante el crecimiento.
Entonces, ¿se Nace o se hace?
Seguramente te has preguntado de dónde ha sacado tu hijo ciertos rasgos y cualidades, y porqué si tienes más de un hijo, cómo pueden ser tan diferentes entre sí.
Está demostrado que la genética define muchos rasgos y cualidades en los hijos, como por ejemplo, la forma de la nariz, la destreza para lanzar el balón o subir a un árbol, la forma de andar e incluso, el optimismo o la depresión. Si los genes son tan poderosos, ¿importa en realidad lo que hagamos como padres?
La respuesta es ¡sí!. Aunque el niño herede ciertos rasgos y tendencias a través de los genes, el desarrollo de dichos rasgos no está fijado. El niño puede llegar al mundo con ciertas disposiciones, pero su interacción con sus adultos más cercanos formarán la persona en la que se convertirá.
Los padres y cuidadores tenemos la responsabilidad de prepararnos nosotros y al entorno del niño, para acompañarlo en el descubrimiento de su propio ser.
Y si tenemos hijos mayores, ten en cuenta que el cerebro humano nunca deja de crecer y nunca pierde la capacidad de formar nuevas conexiones. El cambio puede ser más difícil a medida que somos mayores, pero el cambio -de actitudes, comportamientos y relaciones- siempre es posible.
Alguna Bibliografía que puede serte útil para ayudarte a reconocer los períodos sensibles del niño o “Ventanas de oportunidades”, como las llamaba María Montessori:
El niño el secreto de la infancia, María Montessori.
Este libro nos da una visión clara del desarrollo del niño en sus primeros años de vida. Nos ayuda a entender cada etapa y a ofrecerle lo que necesita.
Un ser humano. La importancia de los primeros tres años de vida, Silvana Montanaro.
Este libro nos habla del comienzo de la vida desde el mismo momento de la gestación. Nos habla de lo que no vemos y de lo importante de saber qué pasa y tener conciencia de lo que sucede.
Si te ha gustado este artículo, deja un comentario y compártelo con alguien a quien pueda interesar. ¡Muchas Gracias!