Cuando escuchamos acerca de educación Montessori, con frecuencia nos imaginamos un ambiente con mucho espacio y lleno de materiales específicos con una gran inversión económica.
Cuando partimos de esta idea, generalmente pensamos que tenemos dos opciones: una es descartar por completo esta propuesta pedagógica ya que nos cuesta entender cómo funciona, requiere de mucho trabajo y ya tenemos suficiente con lidiar con una casa, la maternidad/paternidad y las obligaciones profesionales.
La otra opción es, confiamos en esta pedagogía y compraremos todo lo que sea necesario, no importa lo que cueste ya que es por la educación de nuestros hijos; lo cual seguramente nos conduzca al estrés, al agobio de estar al día con todo y ser padres los perfectos.
Cuando comencé a interesarme por la pedagogía Montessori tenía estas mismas impresiones, pero cuando empiezas a indagar te das cuenta de que hay algo más y te envuelve la curiosidad así que poco a poco me fui enamorando de sus propuestas de acompañamiento y la forma de percibir la infancia.
Decidí tomar un máster en pedagogía Montessori para profundizar aún más y para mi sorpresa descubrí que los materiales son sólo herramientas y que lo más importante es la preparación del adulto que acompaña al niño. Esta preparación consiste en un trabajo interno del adulto que nos permite reconectar con nosotros mismos, con nuestro niño interior y hacernos ver la infancia desde otra perspectiva, más consciente y más respetuosa del niño y del adulto.
Todo este conocimiento me enseñó, sobre todo, a disfrutar mucho más de mi hijo y de mi rol de madre, me enseñó a conocerme mejor y a tener mejores relaciones con otras personas.
Es cierto que no todos debemos vernos obligados a tomar estudios formales para ser padres. Hay muchas maneras de acercarse a estos conocimientos partiendo de nuestros intereses y nuestras condiciones de vida. Hoy día existen buenos materiales online, libros, blogs, grupos de juego, seminarios, etc.
Comparto contigo a continuación, algunos lineamientos sencillos que podrán darte una idea de lo que propone la Filosofía Montessori en la preparación del adulto.
La Preparación del Adulto
Somos el modelo de nuestros hijos y el principal referente.
El cuidado físico y espiritual:
Para cuidar a nuestra familia, necesitamos cuidarnos a nosotros mismos, sentirnos bien con nuestro aspecto y estar saludables.
Comer bien y tener una mínima rutina de ejercicios nos da bienestar no sólo físico sino también emocional.
Incluye paseos al aire libre, siéntate en el parque a tomar el sol, monta bicicleta o simplemente camina.
Toma siempre en cuenta tus necesidades y trata de complacerte cada vez que puedas, sobre todo si es importante para tu equilibrio emocional. Toma una siesta cuando la necesites, pide ayuda a una persona de confianza cuando sea necesario.
Regálate una ducha larga cuando puedas, mima tu cuerpo.
Tómate algunos momentos al día para respirar, para dar las gracias y visualizar tus intenciones.
A través de tu cuidado personal, le estarás transmitiendo a tu hijo indirectamente una gran cantidad de valores que se convertirán en sus propios aprendizajes: me quiero, me valoro, me respeto, soy importante.
2. CULTIVA EL APRENDIZAJE
Crecimos en la cultura de que para ser madres y padres es suficiente guiarnos por el sexto sentido. Pero éste, es un sentido puramente animal, que tiene que ver con el instinto de supervivencia relacionado con las necesidades de alimento, cobijo, salud física y limpieza.
Para ser padres en este mundo que cambia tan rápidamente, necesitamos capacitarnos y estar en constante aprendizaje. Para lograrlo puedes:
Leer más acerca del desarrollo de los niños. Hoy día hay muchas lecturas sencillas destinadas a padres y cuidadores.
Investiga diferentes cosas relacionadas con el momento presente de tu pequeño, resuelve tus dudas y busca apoyo cuando lo necesites.
Asiste a cursos o seminarios relacionados con el acompañamiento de tus hijos, por ejemplo, de educación positiva, educación no violenta y respetuosa.
Explora en internet o en las librerías, temas dedicados a la crianza respetuosa. También los podcast y audiolibros son una buena opción cuando se dispone de poco tiempo.
Lee y aprende cosas que te interesen y que no tengan que ver con la crianza. No olvides tus intereses personales y profesionales.
Aprende a seguir tu intuición. Tómate unos minutos al día para hacer silencio y reconectar con tu interior. Levantarte en la mañana antes de que se despierten los demás, es una buena opción. Incluso sólo 10 minutos al día son un gran paso.
3. CONCÉNTRATE EN EL AQUÍ Y EL AHORA
Es difícil vivir el presente cuando tenemos tantas responsabilidades en la cabeza y muchas veces somos quienes organizamos la logística familiar. Te apunto algunos tips:
Estructura tu día para que puedas llegar con todo al final del día. Sé realista, no quieras planificar más de lo que real y humanamente es posible.
Enfócate en una tarea a la vez. Tener una estructura te permitirá organizarte para que puedas focalizarte en eso que estás haciendo.
¿Pero cómo enfocarme en algo si debo atender a los requerimientos imprevistos de mis hijos? Es mejor para todos si les dices que estarás con ellos en cuanto termines. Y si es algo que requiere de tu atención inmediata, deja lo que estás haciendo, los atiendes y luego vuelves a tu trabajo. No intentes hacer dos cosas a la vez ya que tu energía se dispersará.
(Los niños agradecerán un día a día estructurado, les aporta calma y seguridad)
Menos cantidad y más calidad. Dedícale toda tu atención a eso que estás haciendo, aunque cuentes con poco tiempo. Serás más eficiente y los resultados serán mejores. Esto aplica tanto para tus tareas como para el tiempo que pasas con tus hijos.
Usa la tecnología con consciencia. A muchos nos encanta la tecnología y además conseguimos que nos simplifique muchas veces el día a día. Sin embargo, también nos hace perder mucho tiempo. Aquí algunas sugerencias: Apaga las notificaciones de las aplicaciones, sobre todo de redes sociales. Silencia los grupos de whatsapp que escriben constantemente y revísalos una o dos veces al día. Evita utilizar el teléfono cuando compartes tiempo con tus hijos y tu pareja, de nuevo te recuerdo que es mejor compartir menos tiempo, pero con más calidad. Evita utilizar el teléfono o la Tablet como recurso para distraer a los niños, será una solución momentánea que traerá muchos problemas a futuro.
Calma la mente. La mayoría del tiempo nuestra mente está ocupada en recordar el pasado y planificar el futuro sin darnos cuenta de que nos estamos perdiendo lo que ocurre ahora, no permitiéndonos disfrutar del presente. No hay nada más gratificante que tener la posibilidad de parar, respirar y tomarte el tiempo para solamente estar. Cuanto más practiquemos este recurso, más aumentará nuestra percepción del momento presente.
Los niños tienen esta increíble capacidad de vivir el aquí y el ahora, intenta acompañar a tus hijos desde esa perspectiva. Permíteles detenerse a mirar una flor aunque tengas prisas por llegar a algún sitio; déjales escuchar el avión que pasa en el momento exacto en el que tenías que darles una orden. Detente a observar los detalles que hacen que tu vida sea más alegre.
4. OBSERVA MÁS
La observación es una herramienta que nos permite detectar las necesidades reales nuestras y las de los niños. Hacer algunos STOP en distintos momentos del día para observar a nuestros hijos, son necesarios para poder atender a las necesidades de aprendizaje en el momento presente. La observación consciente debe realizarse en calma, a distancia y sin enjuiciar, y puede ayudarnos a:
Ver las cosas tal como son.
Nos permite quitarnos el prejuicio de una situación y responder pedagógicamente en lugar de reaccionar. Por ejemplo, en lugar de “siempre tira la comida”, “veo que está explorando algo, ¿cómo hago para acompañar esta etapa de la mejor manera?, ¿cómo redireccionar esta situación?
Ver objetivamente a nuestro hijo para comprender sus intereses y sus necesidades.
Redescubrir a nuestro hijo, disfrutarlo y deleitarnos con sus logros.
Conectar con nuestro hijo viendo las cosas desde su perspectiva y poder maravillarnos con cada nuevo aprendizaje.
No se trata de observa a nuestro hijo para analizarlo ni evaluarlo, si para aprender de él. Piensa que con sus acciones, el niño siempre nos está comunicando algo.
5. DESACELERA
Los adultos vivimos a un ritmo muy distinto al de los niños, primero porque tenemos percepciones distintas de las situaciones que se nos presentan y luego porque queremos hacer tantas cosas en un día, que siempre tenemos que correr. Vivimos a toda prisa.
Desacelerar es una herramienta que nos puede ayudar a compaginar nuestras rutinas con las de nuestros hijos en el día a día.
Vivimos a tanta velocidad que no nos da tiempo de disfrutar la vida. Es como comer un plato exquisito sin saborearlo. Te invito a leer algunos tips que te pueden ser útiles:
Tómate una pausa antes de pasar de una actividad a otra, por ejemplo, siéntate a tomar un té, cómete un snack entre tiempos o pon un poco de música.
Cuando tengas que involucrar a tu hijo en una rutina, pídele prepararse un rato antes de lo que sueles hacerlo. Por ejemplo, si debéis salir de casa a una hora en específico, ayúdale a iniciar la rutina con más anticipación de lo normal. De esta manera él podrá hacerlo a su ritmo y tú no tendrás que hacer las cosas por él a toda prisa.
No pretendas hacer demasiadas cosas a la vez. Sé realista con los tiempos.
Di que no a algunas cosas para poder dedicarle más tiempo a lo que realmente disfrutas.
Cuando le muestras a tu pequeño a hacer cosas por primera vez o notas que comienza a experimentar acciones nuevas por si mismo, dale muchas oportunidades de practicarlo, así cuando tengas un poco de prisa, podrás pedirle que vaya más rápido.
Cada vez que le pidas a tu hijo que haga algo, cuenta mentalmente hasta diez antes de repetirlo. Los niños necesitan tiempo para procesar la información.
Asegúrate de darle tiempo a tu hijo para jugar y explorar sin interrupciones.
Intenta ir lento con tu hijo la mayoría de las veces, porque así cuando eventualmente le pidas que acelere, mostrará más ganas de colaborar.
6. SÉ EL GUÍA DEL NIÑO, NO SU JEFE.
Nuestro trabajo como padres no es llenar sus mentes de conocimientos ni enseñarle a hacer las cosas a nuestra manera, sino acompañarlo muy de cerca en sus aprendizajes y permitirle descubrir su propia manera de hacer las cosas, con algunas reglas y límites necesarios que protejan su vida y les ayude a comprender cómo funciona el mundo que les rodea.
Nuestro trabajo no es evitarles problemas a nuestros hijos ni resolverlos cuando los tengan, si no acompañarlos y apoyarlos siempre que lo necesiten.
Ser un guía es:
Proveerle de oportunidades de aprendizaje, pero darle espacio y tiempo suficiente para que el niño trabaje por si solo.
Respetar su individualidad.
Estar disponible cada vez que te necesita.
Ser respetuoso, amable y coherente con lo que esperas de él.
Ayudarlo a tomar responsabilidad sobre sus acciones.
Escucharlo sin necesidad de aprobarlo o desaprobarlo.
Aceptar que no hay una manera de hacer las cosas.
No tenemos que ser sus sirvientes, sino ayudarles a que hagan las cosas por sí mismos.
Proveerle al niño de muchos momentos de independencia para que no dependa del adulto en todo momento.
Cada vez que tu hijo necesite de tí para algo, pregúntate, qué puedo mejorar o cambiar en el ambiente para que pueda lograrlo por si solo. Por ejemplo, si necesita de tí para descolgar la chaqueta antes de salir de casa, procúrale un colgador a su altura. Si necesita ayuda para coger la cuchara para el cereal, colócala en un cajón a su alcance.
Modela en ti, lo que esperas que aprendan tus hijos. No podemos esperar que los niños hagan algo que nosotros no hacemos.
7. CELEBREMOS LA MATERNIDAD/PATERNIDAD
No tenemos que ser padres perfectos ni lamentarnos porque no estamos en la situación ideal o no podemos dar a nuestros hijos todo lo que esperamos. Hacer lo mejor que podemos, con las herramientas que tenemos, es lo que nuestros hijos necesitan.
Este modo de ver la educación de nuestros hijos requiere un enorme nivel de conciencia que solamente puede crecer si nos preparamos para ello y practicamos la autoobservación. ¡No dejemos nunca de aprender y ser curiosos!
Texto inspirado inspirado en: “El pequeño Montessori en Casa”, De Simone Davies
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